sábado, 19 de febrero de 2011

Alergia o suciedad?

Alguno de ustedes sufre de alergias?
Yo sí.
Determinadas épocas del año, algunas flores, picaduras...
Nada muy grave, por suerte.
Pero para algunos, el mundo exterior es una amenaza constante, y no por la delincuencia, o el tráfico, sino, simplemente, por estar en él.
Comparto con ustedes este interesante artículo de la revista BBC Focus.

Es mejor ser más sucios

¿Es la obsesión del mundo moderno con la higiene responsable de la epidemia global de alergias?
El periodista Dan Cossins investigó, para la revista de la BBC Focus, hasta qué punto los hábitos de limpieza están confundiendo al sistema inmunológico y lo están desarmando.
Una epidemia se está extendiendo por el mundo occidental: Los síntomas varían: estornudos, hinchazón de los ojos, problemas para respirar y erupciones cutáneas.
Las personas que viven en las ciudades son más propensas a padecer alergias.
La enfermedad con frecuencia causa debilitamiento y puede llegar a ser fatal. Pero las causas parecen ser elementos inofensivos como el polen y el maní.
No se trata de un escenario ficticio. Está pasando aquí y ahora. El incremento inexorable de las alergias es real y se están convirtiendo en una amenaza seria para la salud de las futuras generaciones.
Hace un siglo esos problemas no existían. Ahora, en algunas partes del mundo, las alergias afectan a un tercio de los adultos y a casi la mitad de los niños.
De acuerdo con estudios científicos, las alergias se están volviendo cada vez más severas. Si su propagación continúa a este ritmo, podría convertirse en uno de los principales desafíos médicos del próximo siglo.
La pregunta clave es: ¿por qué se están alterando tanto nuestros cuerpos?
La culpa, se sospecha desde hace varios años, parece ser de la obsesión por la higiene.
Obsesionados
Expertos en inmunología revelan que precisamente el cada vez más reducido contacto con bacterias y parásitos está afectando la capacidad del sistema inmunológico de autorregularse.
Expertos aseguran que muchas personas en Occidente se han vuelto menos resistentes a factores alérgicos.
Las respuestas inmunes que se desarrollaron ante la presencia de ciertos microbios se han desquiciado por su ausencia. Como resultado, las defensas del cuerpo se han vuelto peligrosamente hipersensibles a elementos como el polvo, las mascotas y la comida.
Y no se trata sólo de alergias. "La misma disfunción es también responsable de otras enfermedades relacionadas con el sistema inmunológico, incluyendo tres formas de diabetes tipo 1, enfermedades inflamatorias del intestino y la esclerosis múltiple", señala Guy Delespesse, director del laboratorio para la investigación de las alergias de la Universidad de Montreal. "Eso es un gran problema", indica el experto.
¿Demasiado limpios?
La incidencia de esas enfermedades ha aumentado exponencialmente. En 1980, sólo 10% de la población occidental sufría de alergias.
Hoy, la proporción supera 30% y, de acuerdo con predicciones de la Red Global de Alergía y Asma (Global Allergy and Asthma Network), en 2015, la mitad de la población mundial padecerá de alergias.
Un grupo de expertos señaló recientemente al periódico The Times que estamos "en medio de una epidemia de alergia".
¿A quién hay que culpar?
Las alergias tienen un fuerte componente hereditario, pero su rápido aumento y su peculiar propagación sugieren que hay factores ambientales que están interviniendo.
Mientras que en los países en vías de desarrollo las alergias son poco comunes, en Occidente son más frecuentes. En las naciones ricas, las alergias son mucho más comunes en ciudades que en áreas rurales.
"Toda la evidencia epidemiológica señala que la rápida modificación del ambiente en los países industrializados tiene una cuota de responsabilidad en el dramático incremento de las alergias", afirma Delespesse.
Pero, la pregunta es ¿cómo?
Sistemas inactivos
Se han dado muchas explicaciones, desde una creciente exposición a elementos desencadenantes de alergias que se pueden encontrar en las alfombras de las casas y en las ciudades contaminadas hasta cambios en la alimentación, la obesidad y variaciones en los patrones de lactancia.
Ahora, muchos son alérgicos a alimentos inofensivos.
La teoría a la que ha ganado mayor credibilidad es a la "hipótesis de la higiene", que data de 1989.
Tras observar que las alergias eran menos frecuentes entre las personas que tuvieron enfermedades graves durante su infancia, el epidemiólogo David Strachan, del Hospital Universitario San Jorge (St George’s Hospital Medical School) de Londres, argumentó que los sistemas inmunológicos modernos no están preparados debido a la reducción de infecciones graves en la infancia.
El fundamento teórico es que si una persona no sufrió de infecciones serias durante la infancia, carece de suficientes células Th1, un tipo de células del sistema inmunológico que atacan las infecciones, es decir, que protegen al organismo.
La escasez de esas células afecta el balance requerido en nuestro cuerpo y provoca que se reproduzcan sin control otras células llamadas Th2.
Los científicos tratan de esclarecer cómo los cambios en el ambiente afectan nuestra reacción al entorno.
En otras palabras, gracias al estilo de vida antiséptico, el sistema inmunológico se vuelve ocioso, no madura apropiadamente y ataca moléculas extrañas inofensivas, creando toda clase de reacciones autodestructivas.
En 1995, el descubrimiento de las células regulatorias T -un tipo de células que se especializan en frenar las células que atacan las infecciones- revolucionó la forma en que entendemos las defensas del cuerpo.
"El sistema inmunológico se mantiene constantemente frenado por la células regulatorias T, que asumen el control (del sistema)", explica el doctor Graham Rook, profesor de Microbiología Médica del Colegio Universitario de Londres (University College).
"Lo que realmente está pasando con las alergias es que se trata de un problema de inmunoregulación", señala el experto.
"Viejos amigos"
Varios estudios han demostrado que es, de hecho, la exposición a microorganismos inofensivos (o "viejos amigos", como los llama Rook), y no las enfermedades, lo que determina cuán preparado está nuestro sistema inmunológico para regular su altamente agresiva naturaleza.
El exceso de limpieza puede afectar la eficiencia del sistema inmunológico.
Rook ha demostrado con sus pruebas de laboratorio que ratones con alergias respiratorias se recuperan mejor cuando son tratados con Mycobacterium vaccae), una bacteria inofensiva que se encuentra en el lodo.
Esos estudios también sugieren que el cambio hacia un estilo de vida antibacterial podría haber causado la interrupción en el desarrollo inmunológico, aislando al cuerpo de esos microbios "amistosos".
"Los microorganismos con los que evolucionamos, mucho tiempo antes de que comenzáramos con este moderno estilo de vida, se convirtieron en una parte crucial de nuestra fisiología", señala Rook.
"En este estado de 'dependencia evolutiva', los microbios asumieron el rol de conectar las vías regulatorias que permiten que nuestro sistema inmunológico funcione como debiera. Sin el contacto con esos microbios, nuestro sistema inmunológico ataca moléculas inocuas".
Rook llama esta nueva hipótesis "mecanismo de los viejos amigos", otros la denominan "teoría de la exposición microbiana".
Independientemente de su nombre, el paso siguiente es identificar cuáles microbios son los responsables de "educar" al sistema inmunológico.
Para ese fin, los inmunólogos se están enfocando en microbios con los que las personas tenían contacto diariamente, cuando bebíamos de los arroyos y trabajábamos la tierra en medio de los animales.
Después de todo, fue en ese ambiente en el que nuestros mecanismos de defensa evolucionaron.
Secretos microbianos
Una serie de estudios llevados a cabo por la doctora Erika von Mutius, directora del departamento del Asma y la Alergia de la Universidad de Munich, demostró que un grupo de niños que creció en granjas tuvo muchas menos probabilidades de desarrollar alergias que otro grupo de niños que creció en áreas urbanas.
Estudios demuestran que las alergias podrían multiplicarse en los próximos años.
"Los estudios llevados a cabo en las granjas muestran que debe haber una combinación de factores, algunos probablemente microbianos –como las heces de animales, el polvo de la hierba o la leche sin pasteurizar- que nos protegen contra los problemas de regulación inmunológica", dice Rook.  "Pero es muy difícil aislar los que hacen la contribución más efectiva".
Entre tanto, el doctor Bengt Bjorksten, profesor de Pediatría y Prevención de Alergia del Instituto Karolinska de Estocolmo, se está concentrando en analizar la superficie del intestino, donde se acumula una sorprendente diversidad de vida microbiana.
Bjorksten comparó los microbios intestinales de bebés de Suecia, donde las tasas de alergia son altas, y los de bebés de Estonia, donde las condiciones sanitarias no son tan estrictas como en la vecina Suecia, y donde las tasas de alergia son más bajas.
El experto reveló interesantes cambios en la ecología intestinal.
A diferencia de los bebés suecos, los bebés de Estonia fueron colonizados con mayor rapidez por una amplia gama de microbios. Lo que sugiere que la diversidad microbiana es un factor clave en el proceso de generar resistencia a las alergias.
Elixir elusivo
Muchos científicos están convencidos de que se pueden desarrollar tratamientos efectivos.
Varios estudios han tenido como foco a niños en áreas rurales y a niños en las urbes.
Expertos en inmunobiología en el Reino Unido y en Estados Unidos están explorando el efecto de los helmintos -también conocidos como anquilostomas parasitarios- en las respuestas alérgicas de personas.
Los ensayos clínicos están arrojando resultados prometedores.
Por otro lado, un estudio alemán expuso a ratones a microbios de corral. Cuando esos animales tuvieron sus crías, la descendencia desarrolló resistencia a las alergias.
Ese estudio indica que exponer a mujeres embarazadas a ese tipo de microbios podría proteger a sus hijos de futuras alergias.
Alergólogos como Guy Delespesse recomiendan probióticos, como los yogures, como una manera de introducir bacterias beneficiosas en el cuerpo.
Y la mayoría coincide en que la higiene no tiene que ser absoluta.
"No estamos diciendo que la abandonen por completo", explica Rook, "pero la atención obsesiva a hábitos equivocados de higiene deberían ser frenados. Si un niño llega a casa con las manos untadas de barro, es muy poco probable que eso cause algún daño. De hecho, hasta podría ser bueno".
Los expertos son optimistas sobre el descubrimiento del elixir inmunológico que se esconde en granjas y en el intestino de las personas en los países en vías de desarrollo.
El optimismo radica en la posibilidad de encontrar formas de entrenar a los soldados del cuerpo en el complejo arte de la guerra inmunológica.
"Será complicado aislar las moléculas activas y transformarlas en tratamientos", dice Rook. "Pero, yo creo que estamos en el camino correcto. Hay esperanzas para las futuras generaciones


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viernes, 11 de febrero de 2011

El libro que nadie puede leer

Que amo los libros no es ningún secreto.
Que los hay de todo, y para todos los gustos, tampoco.
Lo que sí hay de secreto, es quién, cuándo, en qué idioma, y con qué objetivo escribió este libro del que trata el artículo de BBC Mundo que comparto hoy.
Y por supuesto, es un secreto (aún) lo que dice.
Quién sabe si no es algún concienzudo estudio de botánica y de la raza humana escrito por algún visitante de otros mundos que, un poco distraído, lo olvidó en el camino, como quien se deja la novela de las vacaciones en el cajón de la mesita de noche del hotel...
El manuscrito Voynich es considerado el libro más misterioso del mundo.
Investigadores de la Universidad de Arizona (UA) en Estados Unidos lograron resolver uno de las interrogantes del manuscrito Voynich, considerado el libro más misterioso del mundo, cuyo autor y contenido son desconocidos.
A través de la técnica de radio carbono, un equipo del departamento de física de la UA encabezado por Greg Hodgins, determinó que los pergaminos del manuscrito datan de comienzos del siglo XV, cien años antes de lo que los expertos habían estimado.
El Voynich es un fascinante libro repleto de dibujos y escritos que nadie ha podido descifrar hasta ahora. El misterio que rodea su origen y contenido hace ver a "El código de Da Vinci" como algo ordinario.

Aún investigan su contenido
El manuscrito fue descubierto en 1912 en la Villa Mondragone, cerca de Roma, Italia, por el comerciante de libros antiguos Wilfrid Voynich, cuando estaba seleccionando de un baúl unos libros que habían sido puestos a la venta por los jesuitas.
A primera vista parecía como una obra en pergamino, con texto escrito e ilustraciones no muy distintos de los incunables en un anticuario.
Sin embargo, tras una mirada más detallada, el tomo reveló ser como nada antes visto.
Extraños caracteres

Los estudios sugieren que el manuscrito data de comienzos del siglo XV.
El manuscrito Voynich está escrito con caracteres extraños -algunos parecidos al latín y otros de un lenguaje desconocido-, aparentemente ordenados en palabras y oraciones, con la excepción que no se parecen a nada escrito o leído por seres humanos.
En varias páginas el texto se entrelaza con complejos dibujos de plantas, diagramas astronómicos y figuras humanas, algunas bañándose en lo que podría ser una fuente de la juventud.
Voynich se dedicó el resto de su vida a revelar los misterios del origen del libro y a descifrar su significado. Murió 18 años más tarde, sin haber podido arrancarle siquiera uno de sus secretos.
El libro pasó a ser propiedad de la Biblioteca Beinecke de Libros y Manuscritos Raros de la Universidad de Yale, en Estados Unidos.
Carbono-14
En 2009, Greg Hodgins viajó a las bóvedas de la biblioteca para tomar muestras de los pergaminos que pudieran servir para datar el documento mediante el método de radio carbono.
Todos los seres vivientes, plantas y animales, tienen en sus tejidos diminutas cantidades de un isótopo de carbono conocido como carbono-14. Una vez la planta o animal muere, el contenido de carbono-14 va disminuyéndose a un ritmo predecible, de manera que puede utilizarse para calcular en tiempo que ha pasado desde la muerte del ser.
Lo que es cierto para plantas y animales también resulta ser cierto para los productos provenientes de estos. Como los pergaminos del manuscrito Voynich fueron hechos de piel animal, también pueden datarse vía el carbono-14.
Hogdins cortó delicadamente con un escalpelo muestras de cuatro páginas que medían 1 x 6 milímetros para llevarlas de regreso a los laboratorios en Arizona.
Tenía que asegurarse de que las muestras no fueran de los márgenes donde se acumula la grasa de los dedos al pasar las páginas, ni que estuvieran cerca del lomo del libro donde pueden estar contaminadas por el pegante.
"Los métodos modernos para datar materiales son tan sensibles que los rastros de la contaminación moderna pueden dañarlo todo", explicó el investigador.
Tintas y pinturas
Después de un complejo proceso de preparación y análisis que involucró arqueólogos, bioquímicos, químicos, físicos, ingenieros y estadísticos, el equipo pudo determinar que el manuscrito era 100 años más viejo de lo estimado anteriormente, cambiando algunas hipótesis que existían sobre su origen e historia.
En otros laboratorios se analizaron las tintas y las pinturas que se utilizaron para escribir el texto y dibujar las imágenes.

El libro pertenece a la Biblioteca Beinecke de Libros y Manuscritos Raros de la Universidad de Yale.
Aunque éstas no pueden ser sometidas a pruebas de carbono-14 para establecer su edad, sí son consistentes con los pigmentos que se utilizaban durante el Renacimiento.
Aunque Greg Hodgins resalta que su conocimiento se limita a datar el libro, reconoce que está tan fascinado como el resto de los expertos que han tratado de resolver su misterio.
"El texto tiene características muy extrañas, como el uso repetido de una palabra el cambio de un carácter por otro en una secuencia. Estas extrañezas lo hacen muy difícil de entender", señala.
Hodgins dice que el secreto está asociado con la alquimia, de manera que sería consistente con esa tradición si el contenido del libro estuviera en código.
En cuanto a los dibujos e imágenes, es imposible decir si son botánicas, organismos marinos o astrólógicos.
"Encuentro que este manuscrito es una ventana fascinante hacia una mente muy interesante. Es un gran rompecabezas que nadie ha podido armar y, ¿quién no ama un rompecabezas?, concluyó.


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martes, 8 de febrero de 2011

Plumas

Después de un largo descanso retomo la labor de La Guarida. La verdad es que la tenía bastante abandonada.
Pero eso me sucede siempre en verano, cuando los días cálidos (aunque inusualmente lluviosos este año) me sacan de mi guarida real, la de las cuatro paredes que me cobijan en invierno.
Agradezco a quienes han seguido viniendo por aquí, a pesar de que no había nada nuevo, al menos para echar un vistazo.
Trataré de retomar el ritmo de publicación (ritmo que, a decir verdad, siempre ha sido pausado) hasta que llegue el otoño, época en que el clima invita a leer más y a quedarse más en casa.
Durante mi descanso he tenido la suerte de pasar unos días en el campo sin internet, y me gusta mucho mirar a los pájaros (variadísimos y aún abundantes en mi región, felizmente), y al verlos volar aún bajo la lluvia, comencé a preguntarme sobre sus bellísimas plumas.
Al volver, encontré este estupendo artículo de National Geographic que hoy comparto con ustedes.

La larga, curiosa y extravagante evolución de las plumas
(Por Carl  Zimmer. Fotografías de Robert Clark)

El argo gigante del sureste de Asia es un faisán más o menos sin gracia… hasta que baila ante una hembra con las plumas de sus alas enormes abiertas en abanico, dejando al descubierto la superficie interior que se muestra en este segmento de 10 centímetros. Cientos de manchas similares a ojos encantan a las hembras.
Las aves vivas despliegan una diversidad de plumas hipnótica, cada una especializada en una tarea específica. Si la forma familiar de un vexilo largo variara mucho, podría fallar en el vuelo. Sin embargo, la evolución puede ser más creativa cuando se trata de las demostraciones durante el cortejo, de las cuales muchas dependen de plumajes coloridos. Muchas aves utilizan sus plumas para mantenerse frescas o calientes, hacer o reducir el ruido, flotar o caminar sobre nieve, concentrar el sonido y mejorar la audición, construir nidos, ayudar a la digestión, llevar agua y escapar de depredadores al des- prenderse de sus plumas, igual que una lagartija lo hace con su cola. “Las plumas son lo más complejo que puede crecer de la piel de cualquier organismo –dice Richard Prum–. Es sorprendente cómo miles de estructuras diversas trabajan en conjunto para crear el plumaje”.

Faisán pavo real gris. Pluma oculta de la cola, despliegue del abanico

Guacamaya roja. Pluma oculta del ala, vuelo

Búho manchado. Pluma de ala con borde serrado, amortigua el sonido

Quetzal de cabeza dorada. Pluma oculta de la cola
La mayoría de nosotros nunca podrá ver las grandes maravillas de la naturaleza en persona. No veremos el ojo colosal de un calamar, tan grande como una pelota de basquetbol, pero hay una maravilla natural que casi todos podemos ver con solo salir: dinosaurios que usan sus plumas para volar.
Las aves son tan comunes que es fácil dar por sentada su herencia de dinosaurios y el plumaje ingenioso que las mantiene en el aire. Para soportar la fuerza del aire que se le opone, una pluma para vuelo tiene una forma asimétrica: el borde frontal es delgado y rígido; el posterior, largo y flexible. Para elevarse, un ave solo debe inclinar sus alas y ajustar el flujo de aire encima y debajo de ellas.
Las alas de los aviones explotan algunos de los mismos trucos aerodinámicos. Sin embargo, el ala de un ave es mucho más. Desde el eje central de una pluma se extiende una serie de barbas delgadas, de las cuales brotan barbillas más pequeñas, como si fueran ramas de un árbol, alineadas con ganchos pequeños. Cuando estos se sujetan con los ganchos de las barbillas vecinas crean una red estructural muy ligera pero notablemente fuerte. Cuando un ave se limpia las plumas con el pico, las barbas se separan fácilmente y después vuelven a su lugar.
El origen de este mecanismo maravilloso es uno de los misterios evolutivos más perdurables. En 1861, justo dos años después de que Darwin publicara El origen de las especies, los trabajadores de una cantera en Alemania desenterraron fósiles espectaculares de un ave del tamaño de un cuervo llamada Archaeopteryx, que vivió hace 150 millones de años. Tenía plumas y otros rasgos de los pájaros vivos, pero también vestigios de un pasado reptiliano, como dientes en la boca, garras en sus alas y una cola larga y huesuda. Igual que los fósiles de ballenas con patas, el Archaeopteryx parecía capturar un momento de una metamor- fosis evolutiva crucial. “Es un gran caso para mí”, le confió Darwin a un amigo.
El caso habría sido más significativo si los paleontólogos hubieran podido encontrar una criatura más antigua, dotada de plumas más primitivas, algo que buscaron en vano durante el siguiente siglo y medio. Mientras tanto, otros científicos buscaban esclarecer el origen de las plumas al examinar las escamas de los reptiles modernos, los parientes vivos más cercanos a las aves. Tanto escamas como plumas son planas, así que quizá las escamas de los antepasados de las aves se estiraron, generación tras generación. Después puede que los bordes se deshebraran y separaran, convirtiéndose en plumas verdaderas.
También tiene sentido que este cambio ocurriera como adaptación para poder volar. Imaginemos los antepasados de las aves como pequeños reptiles escamosos de cuatro patas que vivían en las copas de los árboles y saltaban de árbol en árbol. Si sus escamas se alargaron, les proporcionaron más y más elevación, lo que habría permitido que las protoaves planearan un poco más lejos cada vez. Tal vez más tarde los brazos se convirtieran en alas que podían mover hacia arriba y hacia abajo, transformándolos de planeadores a verdaderos y poderosos voladores. En pocas palabras, la evolución de las plumas pudo haber ocurrido al mismo tiempo que la evolución del vuelo.
Esta noción de que las plumas condujeron al vuelo se empezó a desenredar en los años setenta del siglo xx, cuando el paleontólogo de Yale, John Ostrom, observó similitudes sorprendentes entre los esqueletos de las aves y los de dinosaurios terrestres conocidos como terópodos, grupo en el que están incluidos monstruos taquilleros como el Tyrannosaurus rex y el Velociraptor. Ostrom sostiene que resulta evidente que las aves son descendientes vivos de los terópodos. Sin embargo, muchos de los terópodos conocidos tienen piernas grandes, brazos cortos y colas largas y gruesas, una anatomía que difícilmente esperaríamos encontrar en una criatura que salta entre los árboles.
En 1996, paleontólogos chinos ofrecieron un apoyo sorprendente a la hipótesis de Ostrom. Se trataba del fósil de un terópodo pequeño de brazos cortos de hace 125 millones de años, el Sinosauropteryx, que tenía una característica extraordinaria: una capa de filamentos delgados y huecos que le cubrían lomo y cola. Por fin ha- bía evidencia de plumas primitivas verdaderas en un terópodo que corría en el suelo. En pocas palabras, el origen de las plumas tal vez no tu- viera nada que ver con el origen del vuelo.
Poco después, los paleontólogos empezaron a encontrar cientos de terópodos emplumados. Con tantos fósiles por comparar, empezaron a armar una historia más detallada de la pluma. Primero llegaron los filamentos simples. Después, diferentes linajes de terópodos desarrollaron varios tipos de plumas, algunas parecidas al plumaje esponjoso de algunas aves actuales, otras a barbas ordenadas de forma simétrica. Otros terópodos portaban listones rígidos de filamentos anchos, nada parecidos a las plumas de las aves vivas.
Los filamentos largos y huecos de los terópodos presentaban un problema. Si eran plumas primitivas, ¿cómo evolucionaron a partir de las escamas? Afortunadamente, hoy día hay terópodos con plumas similares a hebras: los polluelos bebés. Todas las plumas de un polluelo en desarrollo empiezan como cerdas que salen de la piel; es después que se separan en formas más complejas. En el embrión del ave, estas cerdas salen de segmentos de piel pequeños llamados placodas. Un aro de células de crecimiento rápido sobre la placoda forma una pared cilíndrica que se convertirá en la cerda.
Los reptiles también tienen placodas, pero en el embrión de un reptil cada una intercambia genes que provocarán que las células de la piel solo crezcan en el borde posterior de la placoda, lo que a la larga formará las escamas. A finales de los noventa del siglo xx, Richard Prum y Alan Brush, desarrollaron la idea de que la transición de escamas a plumas pudo depender de un cambio simple en las órdenes genéticas dentro de las placodas, lo que causó que sus células crecieran verticalmente a través de la piel en vez de horizontalmente. Una vez que los filamentos se desarrollaron, se necesitaron modificaciones menores para producir plumas cada vez más elaboradas.

Pavo Real. Compuesto de 3 imágenes. Universidad de Yale.



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